domingo, 6 de junio de 2010

Sabías que ?


El aumento de la población de las ciudades provoca una mayor demanda de suelo edificable, para construir viviendas, servicios y equipamientos, lo que origina un aumento de su precio.

El suelo urbano se convierte en un bien muy deseado, ya que se consiguen elevadas ganancias comprando y vendiendo suelo y construyendo edificaciones. Es lo que se conoce como especulación inmobiliaria, en la que intervienen propietarios, constructores, empresas inmoviliarias, etc.

Artículo del consumismo


El consumismo perturba la mente

En estos días que corren no es demasiado difícil encontrar argumentos para creer, de una u otra manera, que vivimos en una sociedad cada vez más enferma y deshumanizada. A poco que dediquemos unos minutos de nuestro tiempo a observar el mundo que nos rodea, los ejemplos para contrastar tal creencia fluyen a borbotones en todos los ámbitos de la vida. Pocos son ya los espacios de nuestra cotidianeidad donde no podamos detectar algún síntoma de la decadencia a la que irremediablemente parece abocada nuestra civilización. En nuestras propias vivencias en las relaciones familiares e interpersonales, en las noticias trágicas que a diario invaden nuestros medios de comunicación, en el discurrir rutinario por las calles de nuestros pueblos y ciudades, en todos sitios se vislumbran síntomas de una crisis que nos conduce hacia un futuro poco esperanzador. La perdida de valores humanitarios, la inexistencia de un sentido de lo moral en el quehacer común solidario, es cada vez más una incipiente realidad que nos atropella a todos como un rodillo que no podemos esquivar y que, conducido por no se sabe bien quién o qué, pretende no dejar títere con cabeza. La triste realidad de una vida cada vez más competitiva e individualista, de un mundo cada vez más alejado de utopías emancipadoras, y de una sociedad cada vez más vuelta sobre su propio egocentrismo, se impone sobre nuestras consciencias como un proyecto de vida del cual no podemos, no queremos, o no sabemos escapar.

Muchos son los ejemplos concretos que se podrían dar aquí para plasmar esta dinámica degenerante de lo moral y lo humano, pero, tal vez, haya un caso que por su propia capacidad simbólica, se pueda imponer sobre todos los demás: el aumento de la depresión infantil en las sociedades capitalistas. Nos dicen los entendidos en medicina que toda enfermedad va acompañada por una serie de síntomas que la hacen detectable. Nos dicen también que el hecho de tener un determinado síntoma (asociado usualmente con una determinada enfermedad) no siempre es razón suficiente para poder diagnosticar certeramente la presencia de una patología en el cuerpo del enfermo, aunque, bien es cierto, hay síntomas que suelen estar vinculados muy estrechamente con determinadas patologías, tanto que su aparición es prácticamente garantía para un diagnóstico acertado. Si en un ejercicio poético aplicamos estos conocimientos sobre nuestra propia sociedad y tratamos de analizarla como un todo orgánico, el aumento de la depresión infantil es, sin duda, uno de esos síntomas que demuestran a todas luces la existencia de una enfermedad degenerativa grave en una sociedad. Una civilización como la nuestra, donde cada día son más los niños que no son felices en su existencia, es con toda seguridad una sociedad enferma. Allí donde el ser humano ha existido, allí siempre ha habido una sonrisa en la boca de los niños, aun cuando estos se hayan tenido que enfrentar a las condiciones vitales más extremas. Resulta significativo, por ejemplo, que actualmente los índices de depresión infantil sean enormemente más elevados en los países del primer mundo que en las naciones subdesarrolladas, donde este trastorno no tiene casi ninguna incidencia. Además, como no podía ser de otra manera, dentro de las naciones más desarrolladas económicamente, el % de afectados aumenta según se vaya descendiendo en la jerarquía de las clases sociales, probablemente, según reconocen los psicólogos expertos, porque la sociedad de consumo crea unas expectativas que luego no pueden realizarse [1] . Es decir, según esto último, la sociedad capitalista proyecta sobre el sujeto un ideal de vida cuya reproducción (y no digamos ya su satisfacción) no está al alcance de todo el mundo, con lo que el sujeto que no es capaz de reproducir eficientemente el ideal capitalista, acabará por percibir su incapacidad para alcanzar las metas impuestas por el sistema, bien como un fracaso personal, bien como una frustración de sus expectativas vitales, lo que lo convierte, máxime si es un niño, en un ser potencialmente propenso a caer en un estado depresivo agudo, amén de las consecuentes crisis existenciales que esto conlleva. Como decimos, además, este hecho se agrava a medida que se desciende en la escala social.

En el estado español, por ejemplo, en los últimos diez años, según publicaba recientemente el diario El Pais, el % de niños afectados por depresión habría aumentado desde un 5 a un 12%, mientras que en estados con una mayor tradición en la sociedad de consumo, como EEUU o Japón, el % rondaría ya entre el 20 y el 25% del total de niños y adolescentes. Datos estos, sin duda, que bien deberían hacernos reflexionar sobre la dinámica social en la que nos vemos envueltos, y el camino que estamos recorriendo entre todos de la mano de la actual sociedad consumista-capitalista, para preguntarnos hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que la enfermedad se expanda por las venas y arterias de la sociedad. El origen de la enfermedad, claro está, no es otro que la propia dinámica competitiva y egoísta (de éxito a toda costa) que predica el capitalismo, y que nutre de casi la totalidad de sus contenidos al proceso de socialización en el que van formando su consciencia social e individual nuestros niños y niñas (a través de la educación, la televisión, el cine, la prensa, las presiones familiares, etc.).

La cuestión central que se plantea aquí, por raro que pueda parecer a primera vista, no es un asunto monetario o económico, es una cuestión de sentido de la vida, una problemática existencial que afecta a la vida de los sujetos y sus expectativas de cara a una supervivencia útil y satisfactoria. Si volviendo con el tema de las enfermedades psicológicas analizamos los datos de los hombres y mujeres que se ven afectados por algún tipo de patología de la psique en nuestras sociedades, y cuales suelen ser las principales enfermedades que les afectan [2] (depresión, stress, ansiedad, etc.), no es demasiado arriesgado concluir que el principal problema existencial que afecta hoy a nuestros conciudadanos (en el mundo capitalista) es una cuestión de sentido, es decir, un problema no del ámbito de lo material, sino en el ámbito de la existencia cotidiana, de la auto-realización personal, y del cumplimiento con las expectativas fijadas por la sociedad, tanto en el plano laboral, como en el personal. La presión a que la sociedad capitalista somete a sus ciudadanos a través de una serie de exigencias relacionadas con una vida de éxito, los valores estéticos o la realización de las metas sociales y familiares prefijadas, es una carga excesivamente dura de aguantar para millones de ciudadanos que, además, al haber sido incorporadas estas exigencias como una norma de sentido para sus vidas, no tienen otra alternativa existencial a mano a partir de la cual puedan mirar hacia adelante. Si, por ha o por b, no eres apto para el sistema, el sistema no solo te golpea hasta derribarte, sino que una vez que estas en el suelo te pisa hasta rematarte.

Así, los teóricos del neoliberalismo gustan decir que la competitividad social es un motor fundamental para el crecimiento económico de la sociedad de consumo. Lo que ya no suelen decir tanto, seguramente por que saben que es una verdad dolorosa, es que la competitividad social es, sobre todo y ante todo, una fuente inagotable de personalidades frustradas y de sujetos que se sienten vacíos e incapaces de auto-realizarse. Es por ello, que toda solución al problema de la enfermedad inherente a nuestra sociedad ha de pasar, irremediablemente, por un replanteamiento de las pautas sociales imperantes y una revisión profunda del sistema económico vigente, ya que resulta del todo incompatible una sociedad donde prime la competitividad social por encima de todo valor común, con una sociedad donde los individuos puedan verse libres de presiones existenciales auto-impuestas, y donde la búsqueda de sentido se encamine hacia el fomento de valores humanistas como la solidaridad, el altruismo, la cooperación desinteresada, etc., tan necesarios para llevar una vida plena y en paz con el común de la humanidad y con uno mismo. Pero el sistema , consciente de su daño y sabedor de que estos hechos pueden volverse en cualquier momento contra él, sabe defenderse bien de los instintos revolucionarios que pudiera brotar entre los afectados por su inhumanidad, utilizando para ello el plano de lo psicológico.

Por ejemplo, una pauta muy común en la educación social de nuestros días, se basa en hacer confundir en el individuo las expectativas de la sociedad capitalista con las suyas propias. Es decir, se enseña al ciudadano a creer que las expectativas del sistema como totalidad son equivalentes a las expectativas de cada uno de sus integrantes por separado. Así, lo que en esencia es un problema de rentabilidad, de crecimiento económico y de productividad eficiente de riqueza para el sistema, es convertido en el individuo, a través de un sutil proceso de sometimiento y alienación psicológica, en un problema de ámbito personal, que cuando no cumple con las expectativas marcadas toma otras caras que nada tienen que ver con la macro economía, tales como la depresión, el aumento de la agresividad o la desconfianza e inseguridad en la valía propia. Es decir, el sistema económico capitalista, dentro de su modelo conductista de Darwinismo social, promete premiar con una vida de éxito a quien produzca eficientemente para el sistema a través del seguimiento y realización de sus valores egoístas y competitivos (es decir, a través del sometimiento y la sumisión), haciendo ver, además, que castiga con toda una serie de problemas psicológicos, sociales y existenciales a quienes, por los motivos que sean, bien no consiguen ser felices con la simple acomodación a los valores dados, o, simplemente, no tienen las condiciones físicas o psicológicas necesarias para poder reproducirlos eficientemente.

De esta manera, si el sistema falla (como de hecho lo hace) a la hora de conseguir que todos sus miembros se sientan respetados y útiles dentro de la sociedad, el individuo, en lugar de culpar por ello a los valores establecidos (que dictaminan unas exigencias demasiado elevadas e incluso fuera del alcance del sujeto concreto), se auto-culpabiliza a sí mismo de estos errores, se resigna ante su incapacidad para estar a la “altura de las circunstancias”. En realidad, si sometemos la mayoría de nuestras preocupaciones vitales a un análisis frío y sosegado, nos daremos cuenta que es el sistema de valores sociales el que falla (y con ello la sociedad misma), incapacitado para elaborar una norma social donde integrar, sin exclusión, todas las demandas de identidad y reconocimiento. Sin embargo, el individuo lo percibe de tal manera, que lo que en origen es un problema de pautas sociales, de una concepción errónea de la sociedad, se acaba convirtiendo en un problema de ámbito personal y psicológico, que genera auténticas crisis de sentido en los individuos, manifestadas posteriormente en actitudes de auto-rechazo y de sometimiento absoluto a los valores imperantes, aun cuando son, precisamente, dichos valores quienes generan el conflicto interno. Por ejemplo, si un determinado ideal de belleza es rentable económicamente para el sistema, poco importa si ello degenera en toda una serie de trastornos psicológicos, a los que se ven abocados de manera inconsciente centenares de miles de jóvenes que pretenden alcanzar tal modelo de belleza, que ellos interpretan como asociado al éxito que se predica como fuente de la felicidad, pero cuyos físicos no se ajustan a esa norma, o, lo que viene a ser lo mismo, ven su físico como un fracaso en el camino hacia el éxito. Pero todo esto es secundario para el sistema. Lo que importa es que tanto la publicidad, como todos lo negocios que funcionan a base de este ideal estético, sigan produciendo beneficios cada día. Lo que para las empresas y el sistema es una cuestión de rentabilidad económica, para estos sujetos en una cuestión existencial que desean satisfacer a toda costa, incluso a costa de su propia vida. Eso sí, una vez se pasa de lo económico a lo subjetivo en la psique del sujeto, el individuo que sufra la enfermad psicológica (por ejemplo, la anorexia), en su declive no culpará al sistema por ser demasiado exigente en sus pretensiones y establecer modelos casi irrealizables para el común de la gente (lo cual, dicho sea de paso, tal vez pudiera ser el principio del fin de la enfermedad), el individuo, que tiene tan asumidos como propios los valores del sistema, se culpará a sí mismo por no ser capaz de realizar ese ideal.

De esta manera, mediante este proceso de identificación de los valores de la sociedad capitalista con los valores personales de sus individuos, el sistema mata dos pájaros de un tiro. En primer lugar mantiene sumiso y alienado a una mayoría de individuos que hacen de las exigencias propias de la sociedad competitiva un camino de vida. En segundo lugar, se garantiza que los ciudadanos incapaces de “dar la talla”, al tener tan asumidos interiormente lo valores del sistema hasta el punto de identificar las exigencias de éste con las exigencias propias, vuelquen su frustración contra ellos mismos, o, todo caso, contra otro sector de la población (generalmente contra los más débiles), pero nunca contra el causante principal de la situación, es decir, el propio sistema. Consecuentemente, de lo que pudiera ser un foco de ciudadanos desencantados y afectados por esta errónea normativa social, y por ello dispuestos a revelarse contra el origen de sus males, se pasa a una sociedad sometida y alienada, presa de unos valores denigrantes para el desarrollo de las personas en cuanto tales, y donde, paradójicamente, a mayor grado de marginación, menos ganas de sublevarse.

A raíz de lo dicho, mi opinión es que actualmente, en las sociedades occidentales, las bases sociales de la revolución ya no son tanto los proletarios y su papel central en la historia (que también), sino que, más bien, este peso recae entre los ciudadanos y ciudadanas desencantados, asqueados, marginados y humillados por el sistema en lo personal. Cada sujeto incapaz de auto-realizarse es un potencial revolucionario si se le sabe hacer ver correctamente de donde proviene el origen de sus males. Por eso, considero que, tal vez, los nuevos teóricos de la izquierda revolucionaria deberían dar una mayor importancia a este hecho, y dedicar un mayor tiempo de estudio a este fenómeno que emana de la realidad, puesto que considero que esto en un futuro a medio plazo puede ser la llave para la creación de consciencia social entre las masas, y con ello para iniciar un nuevo proceso revolucionario en los pueblos europeos, tan dóciles y sumisos al capitalismo hoy en día. En cualquier caso, hoy como ayer, la idea es convencer a las masas de que si queremos ser realmente felices algún día como especie, que si queremos vivir en una sociedad lo más plena posible, que si queremos habitar un mundo donde los niños rían y los adultos no sean esclavos de su trabajo, solo hay una cosa segura: ¡debemos acabar con el capitalismo! En esto el mensaje de la izquierda no ha variado. Pero si al mensaje tradicional le sumamos la afirmación de que con el capitalismo caerán también sus aberrantes valores de Darwinismo social, su inhumana sociedad consumista-capitalista que tanto daño está haciendo en lo material y en lo espiritual, es probable que sea un mensaje más llamativo y acorde a las necesidades revolucionarias de la actualidad. En cualquier caso, lo fundamental es que, sea cual sea el sistema que nazca de la revolución, y se rija por las normas que se rija, no se parezca en nada al capitalismo en la relación que dentro de éste se mantiene entre el individuo y la creación de riqueza, que en primera instancia, al igual que en el caso de la explotación y la plusvalía, es la relación causante de todo lo anteriormente expuesto.

Sabías que ?


En los países en vías de desarrollo, el 90% de las aguas residuales y el 70% de los desechos industriales se vierten a las aguas de superficie sin tratamiento previo.

Como consecuencia, 5 millones de personas muertas cada año por enfermedades vinculadas con el agua: un número 10 veces superior al de las víctimas de las guerras.

martes, 1 de junio de 2010

Problemas Ambientales


El ser humano se encuentra en constante interrelación con su entorno. Cuando éste le produce algún perjuicio es que se habla de problemas ambientales. Estos pueden provenir directamente de la naturaleza, cuando el hombre se instala en sitios cuyos procesos naturales lo perjudican; o bien tener su origen por causas humanas o antrópicas, es decir, que el hombre interviene en los ciclos naturales generando un daño que, finalmente, se vuelve contra él mismo.


Problemáticas de origen natural:


Granizo: Este fenómeno natural, producido en época estival, produce graves daños en los cultivos que se encuentran concentrados en una pequeña porción de la superficie terrestre.


Estas pérdidas afectan la capacidad de solvencia económica del gran cantidad de familias o, incluso, empresas, repercutiendo a su vez en los circuitos económicos provinciales.

Se han intentado varios métodos para combatir el flagelo o, en su defecto, ponerse a resguardo de sus consecuencias. Entre los primeros se pueden mencionar los cohetes antigranizo o la siembra de nubes, que si bien reducen el peligro no lo anulan totalmente. Más efectivas resultan las mallas antigranizo, consistentes en telas metálicas o sintéticas que cubren los cultivos sin afectar su crecimiento. Sus buenos resultados están favoreciendo la extensión de este método, sin embargo, debido a su costo no es aplicable por todos los productores.


Heladas

Este flagelo se produce cuando se asocian las bajas temperaturas con un bajo nivel de humedad atmosférica. Esta situación, si bien es sumamente frecuente en nuestra provincia, no aparece como problemática dentro de los meses invernales, ya que los cultivos no se encuentran en una etapa vulnerable de su ciclo vegetativo.

Sin embargo el riesgo se incrementa ante la posibilidad de que el fenómeno se produzca fuera de esta época, en las denominadas "heladas tempranas" (marzo - abril) y "heladas tardías" (setiembre - octubre, o noviembre en el sur de la provincia), puesto que afectan al producto aún no cosechado en el primer caso, o a los brotes tiernos o floraciones en el segundo.

Un problema asociado a este fenómeno es la práctica difundida entre los productores de utilizar quemadores para combatir el frío, proceso que si bien cumple con su objetivo en cierta medida, genera gran cantidad de humo que se desplaza en forma de nubes que en ocasiones afectan a los centros urbanos aledaños o incluso a los que se encuentran alejados decenas de kilómetros.


Erupciones Volcánicas

Aunque de menor frecuencia que los sismos, las erupciones volcánicas son un riesgo concreto en el sur de la provincia. En nuestro territorio no son frecuentes los casos de asentamientos en las inmediaciones de un volcán activo, por lo que el riesgo proviene principalmente de los materiales arrojados por los mismos. Lo más frecuente es que grandes cantidades de cenizas sean arrojadas a la atmósfera y distribuidas por los vientos sobre grandes superficies. Los efectos más perjudiciales son la pérdida de vegetación, generalmente pastos consumidos por el ganado, afectación a las vías respiratorias y contaminación de los recursos hídricos superficiales, entre otros.


Avalanchas y derrumbes

Los derrumbes son desprendimientos de rocas de las laderas montañosas causadas por fuerzas internas o externas, en tanto que las avalanchas están constituidas en su mayor parte por nieve acumulada que se desprende, arrastrando con ella rocas y otros elementos. En nuestro medio son los caminos de montaña los que más expuestos están a estos fenómenos. En el caso de la Ruta Nacional Nº 7 puede implicar el aislamiento de vehículos poniendo en peligro a los conductores. El impacto también es significativo en términos económicos debido al retraso de entrega de productos trasportados.

Viento Zonda

Se produce cuando el viento proveniente del Océano Pacífico pierde su humedad al ascender la cordillera de Los Andes, dando origen a intensas nevadas en alta montaña. Ya en territorio argentino, el descenso por la vertiente oriental produce el calentamiento del aire a razón de 1ºC cada 100 metros aproximadamente, así como el incremento de su velocidad. Aparece con mayor frecuencia entre mayo y octubre. Los problemas generados por este fenómeno son numerosos. En las áreas cultivadas pueden quemar brotes tiernos y hojas, o adelantar el ciclo vegetativo de algunas especies exponiéndolas al riesgo de heladas. En las zonas urbanas o a lo largo de rutas y caminos, la caída de árboles incrementa la proporción de accidente automovilísticos o daños en general, potenciados por la disminución de la visibilidad debido al polvo transportado. Son conocidos también los trastornos producidos sobre la salud, tales como alergias, dolores de cabeza y afectación de las vías respiratorias.



Problemáticas de origen humano

Incendios de campos

Los incendios, propiciados por la aridez, pueden tener su origen en causas naturales, de las cuales la más frecuente es la caída de rayos durante las tormentas de verano, o ser producidos por el hombre, ya sea por descuido o de manera intencional. Es una práctica frecuente realizar incendios para renovar pasturas en las áreas ganaderas, como también para limpiar de malezas el terreno. Sin embargo, si se sale de control, el fuego avanza destruyendo vegetación que puede tardar bastante tiempo en recuperarse, dejando si hábitat a numerosas especies animales y eliminando la protección natural de los suelos ante la erosión.


Erupciones Volcánicas


Aunque de menor frecuencia que los sismos, las erupciones volcánicas son un riesgo concreto en el sur de la provincia. En nuestro territorio no son frecuentes los casos de asentamientos en las inmediaciones de un volcán activo, por lo que el riesgo proviene principalmente de los materiales arrojados por los mismos. Lo más frecuente es que grandes cantidades de cenizas sean arrojadas a la atmósfera y distribuidas por los vientos sobre grandes superficies. Los efectos más perjudiciales son la pérdida de vegetación, generalmente pastos consumidos por el ganado, afectación a las vías respiratorias y contaminación de los recursos hídricos superficiales, entre otros.


Avalanchas y derrumbes


Los derrumbes son desprendimientos de rocas de las laderas montañosas causadas por fuerzas internas o externas, en tanto que las avalanchas están constituidas en su mayor parte por nieve acumulada que se desprende, arrastrando con ella rocas y otros elementos. En nuestro medio son los caminos de montaña los que más expuestos están a estos fenómenos. En el caso de la Ruta Nacional Nº 7 puede implicar el aislamiento de vehículos poniendo en peligro a los conductores. El impacto también es significativo en términos económicos debido al retraso de entrega de productos trasportados. Problemáticas de origen humano

Incendios de campos


Los incendios, propiciados por la aridez, pueden tener su origen en causas naturales, de las cuales la más frecuente es la caída de rayos durante las tormentas de verano, o ser producidos por el hombre, ya sea por descuido o de manera intencional. Es una práctica frecuente realizar incendios para renovar pasturas en las áreas ganaderas, como también para limpiar de malezas el terreno. Sin embargo, si se sale de control, el fuego avanza destruyendo vegetación que puede tardar bastante tiempo en recuperarse, dejando si hábitat a numerosas especies animales y eliminando la protección natural de los suelos ante la erosión.


Desertificación

Es el avance del desierto sobre zonas rurales o naturales. Originado por el accionar del hombre, puede deberse a malas prácticas agrícolas, abandono de tierras, sobrepastoreo, etc. El proceso consiste en la degradación de la cobertura vegetal que es, a su vez, la que protege los suelos. Dado que el suelo demanda largos periodos para su formación y que sin su presencia es dificultoso el arraigo de la vegetación, este proceso es de difícil reversión.


Salinización de suelos

Los suelos de nuestra provincia, sobre todo en las llanuras del este, constan de por sí de una alta salinidad, causa de la poca profundidad a que se encuentra la napa freática que asciende debido a la alta evapotranspiración causada por el clima seco. La forma más común de combatirla es mediante el lavado de suelos, es decir dejar correr el agua para que elimine el exceso de sales. Los problemas de salinización frecuentemente son agravados por malas prácticas agrícolas tales como el riego insuficiente en pos del ahorro de agua, o la incorrecta nivelación del terreno impidiendo un buen drenaje del agua utilizada. Es común la presencia de este problema en los bordes de los oasis, que se transforman en franjas críticas en las que se puede dar paso a procesos de desertificación.


Aluviones

Los aluviones tienen su origen en la combinación de factores climáticos y geomorfológicos. Se producen cuando las tormentas de verano descargan gran cantidad de agua en un breve lapso de tiempo y en una superficie reducida de pendiente pronunciada. Estas características, presentes en todo el piedemonte mendocino, producen el violento descenso del agua, que arrastra gran cantidad de rocas y otros materiales que encuentra a su paso. Este fenómeno que tiene su origen en factores del medio natural, se incluye entre las problemáticas de origen antrópico por dos razones: la primera de ellas es que si bien la naturaleza genera los aluviones, es el hombre el que los potencia mediante la eliminación de la vegetación natural del piedemonte que es la que permite la infiltración de parte de las aguas; al desaparecer ésta el suelo se compacta e impermeabiliza facilitando el escurrimiento del agua. La segunda razón es que en gran medida la peligrosidad de los aluviones reside en que el hombre realiza muchas de sus actividades y ha construido viviendas e infraestructuras sobre los cursos naturales que siguen las avenidas de agua.


Contaminación atmosférica

La contaminación atmosférica puede ser producida por partículas en suspensión, ruidos, olores, gases, etc. Las principales zonas contaminadas son las urbanas, por estar allí concentradas, en una superficie reducida, la mayor parte de las fuentes contaminantes: industrias, automotores, viviendas, etc. Sin embargo existen también fuentes en áreas rurales que afectan a la población de ambas áreas. Entre estas pueden contarse a las agroindustrias, ripieras y cementeras, y eventualmente la quema de combustibles y neumáticos con el fin de combatir a las heladas, práctica muy difundida entre los productores rurales de varias zonas de la provincia. No obstante, los factores naturales también se conjugan para favorecer este tipo de contaminación. La gran cantidad de días con calmas no permiten que los contaminantes se dispersen, a lo que se suma en ocasiones las situaciones de inversiones térmicas, es decir que una capa de aire caliente se ubica por encima del aire frío, impidiendo que este ascienda dispersando los contaminantes. Un factor importante es el viento zonda que agrega gran cantidad de polvo a la atmósfera.


Residuos sólidos

La disposición de los residuos es un problema común a las ciudades que actualmente en nuestra provincia es solucionado mediante volcado en vertederos públicos. No existe por el momento (aunque sí está planeado para el futuro) la clasificación y reciclado de los residuos. Estos basurales son planificados en áreas que reúnan ciertas características naturales, como suelos impermeables, que impiden en parte que la contaminación afecte otros ámbitos. Sin embargo, existe en las áreas urbanas y rurales gran cantidad de basurales clandestinos que permiten la contaminación por olores, infiltración de fluidos y proliferación de especies dañinas, tales como ratas y distintas variedades de insectos entre otras. Estos basurales aparecen en baldíos de la ciudad o en terrenos abandonados o naturales del campo, así como a lo largo de rutas y caminos.